
No sé si era la predisposición pero nada más bajarnos del coche no hicimos otra cosa que ver exposiciones, no llevábamos nada previsto, ni mirado pero en la primera tarde nos chupamos tres de golpe... amén de las del
MUSAC.
En la sala
Cubo Azul que no había visto en otras ocasiones lo que se llevaba era la gafapasta pero de los años setenta, la exposición
Viene un pájaro volando... de
Chris Burtscher presentaba una serie de instantáneas de un álbum como mirada a los años 70 de la familia del propio artista, la recuperación de la memoria a través de la infancia intercaladas con textos del propio Burtscher en su niñez y adolescencia, además de presentarnos a su madre como una gran reina de la gafa grande y de pasta. Por otro lado, me dio envidia la señora que trabaja en la galería, pequeña, la galería, y al lado de la
Catedral con un despacho lleno de papeles y libros de arte...
Después pasamos por el
Centro Leonés de Arte [igualmente encontrado por casualidad] con una exposición de
Amable Arias con una cosmología muy particular, unos símbolos y unos tics que llegan fácilmente al público, cercano al arte pop, con el dibujo como protagonista y el acompañamiento de micropoemas que me recordaron a la inimitable
Ajo. En el mismo edificio y esta vez de forma premonitoria porque al entrar, y no sé el porqué me acordé de un artista que me recuerda a muchas cosas más por motivos emocionales que artísticos, el palentino
Díaz Caneja cuya obra me gusta pero me cansa, me trae muchísimos recuerdos, por si me faltaban cosas en que pensar en
León, Caneja puso su granito de arena.
Y por último nos acercamos a
Casa Botines [ay
Gaudí, Gaudí] para darnos un baño de arte del siglo XX [aunque muchas piezas del XXI se les colaron] en clave femenina, es decir,
Creadoras del siglo XX [qué manía con la diferenciación de sexos] y fue un placer. Me encontré de frente por primera vez con un cuadro de la
Blanchard a la que tanto he visto en papel, con otro de
Maruja Mallo [habría que recordar más a esta artista], a la impresionante
Goncharova [cómo me gusta
El ciclista], pero me quedo con la portguesa
Paula Rego y las 4 obras en las que recrea el cuento de Caperucita bajo el título
Familia Feliz [2003] por el feísmo, el toque de humor de presentar al lobo como un "mendigo", la actualización del mito, el color y el dibujo que en algo me recordaban a
Bacon y porque el otro día la escuché en televisión y me parece tremenda.
NOTA1 Quiero saber ya lo del MUSAC, duermo fatal ;)
IMAGEN Paula Rego, The Wolf Chats Up Red Riding Hood, 2003
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